Doctor Eduardo Cairo Valcárcel: figura emblemática de la psicología cubana e iberoamericana

Homenaje al Dr. Eduardo Cairo Valcárcel

Nombres de la Psicología

Hacía días que tenía en mente llamar por teléfono al Dr. Eduardo Cairo Valcárcel (1941-2018), profesor consultante de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, para saludarlo como era nuestra sagrada costumbre, porque me encantaba dialogar con el profesor Cairo acerca de problemas divinos y humanos.

Dicha conversación quedó pendiente hasta que nos encontremos en el mundo de la verdad, ya que el Dr. Alexis Lorenzo Ruiz, presidente de la Sociedad Cubana de Psicología me notificó la infausta noticia de que mi querido colega y amigo del alma acababa de partir a encontrarse con el Espíritu Universal, leitmotiv en la obra poético-literaria y periodística del más universal de los cubanos, en el espacio infinito lleno de música, poesía, luz y color, adonde van los buenos, quienes —según el Apóstol— «aman y crean».

El profesor Cairo pertenecía a esa pléyade de hombres sanos de cuerpo, mente y alma.
El encuentro en el espíritu que tuvo lugar entre el Dr. Cairo y este cronista se produjo cuando comencé a publicar, en la Revista Cubana de Psicología, medio especializado de prensa del que fuera director-editor durante varios años, mis artículos sobre Psicodiagnóstico Rorschach y otras líneas temáticas relacionadas con la Psicología Clínica y de la Salud.

La relación que se entabló entre nosotros fue, primero, de índole estrictamente profesional, pero después fue invadiendo poco a poco «como llega cojeando la verdad de la mano del tiempo», al decir del pensador griego Annon, nuestras respectivas esferas afectivo-emocionales hasta llegar a establecer un vínculo indisoluble, que la muerte solo ha podido interrumpir, pero no destruir.

Fui testigo de mayor excepción de la lucha frontal que el profesor Cairo libró contra Tanatos, ya que su organismo había sido atacado por una afección maligna que amenazaba con privarlo del mayor tesoro que tenemos los seres humanos: la vida. No obstante, la energía positiva que irradiaba por todos los poros del cuerpo y el alma, el eficaz tratamiento médico que se le indicó y siguió al pie de la letra, así como sus inmensos deseos de seguir entre nosotros, y de ser útil al otro, sobre todo a los estudiantes de la Facultad de Psicología, donde escribió su leyenda profesional y personal, le permitieron seguir en pie de lucha hasta que un infarto cardiaco apagó para siempre su fecunda existencia terrenal.

El Dr. Cairo tuvo grandes deferencias con el autor de esta evocación literaria: en 2004 me invitó a ser miembro del tribunal de examen de premio de la asignatura Metodología de la Investigación, que impartía en esa especialidad de las ciencias neurales y sociales, a participar como oponente o asesor en tribunales de pre-grado, maestría y doctorado, a intervenir como ponente en eventos científico-académicos organizados por la Facultad de Psicología, a acompañarlo, en dos ocasiones, a universidades mexicanas, para que dictara posgrados sobre Psicodiagnóstico Rorschach con orientación analítico ortodoxa; invitaciones que tuve que declinar por la avanzada edad y el precario estado de salud (la segunda vez que tuvo tal gentileza acababa de salir de alta del Hospital «Hnos. Ameijeiras», donde este escribidor estuvo recluido durante dos semanas por un proceso séptico pulmonar, que casi me lleva a la tumba, y me dejó como secuelas una diabetes secundaria y la exacerbación de la hipertensión arterial que padezco desde los 20 años de edad).

La fructífera trayectoria científico-profesional y docente-educativa del Dr. Cairo no cabe en el estrecho contexto de este homenaje póstumo, más sentido que pensado, y que es genuina expresión del cariño, afecto y respeto que sentía hacia este eminente intelectual cubano, que también incursionó —con éxito indiscutible— en los campos de la literatura y el periodismo científicos. Sin embargo, quisiera destacar que era miembro titular de la Sociedad Cubana de Psicología de la Salud y de la Sociedad Cubana de Psicología; esta última le confirió el Premio por la obra de la vida, que le fuera entregado en el capitalino Palacio de Convenciones, en 2016.

Me despido del profesor, Dr. Eduardo Cairo Valcárcel con una frase que lo identifica en el medio académico y fuera de él: era un hombre que en su nítida mirada reflejaba no solo sabiduría, sino también belleza humana y espiritual.

Duerma en paz el martiano sueño de los justos, porque usted cumplió con creces la obra de la vida, y puede estar seguro de que su recuerdo vivirá eternamente en la memoria poética de familiares, colegas, discípulos y amigos. ¡Que así sea!

Doctor Eduardo Cairo Valcárcel: figura emblemática de la psicología cubana e iberoamericana
Morir es seguir viaje
José Martí
Hacía días que tenía in menti llamar por teléfono al doctor Eduardo Cairo Valcárcel (1942–2018), profesor consultante de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, para saludarlo como era nuestra sagrada costumbre, porque me encantaba dialogar con el profesor Cairo acerca de problemas divinos y humanos
Dicha conversación quedó pendiente hasta que nos encontremos en el mundo de la verdad, ya que el doctor Alexis Lorenzo Ruiz, presidente de la Sociedad Cubana de Psicología me notificó la infausta noticia de que mi querido colega y amigo del alma acababa de partir a encontrarse con el Espíritu Universal, leitmotiv en la obra poético-literaria y periodística del más universal de los cubanos, en el espacio infinito lleno de música, poesía, luz y color, adonde van los buenos, quienes —según el Apóstol— «aman y crean». El profesor Cairo pertenecía a esa pléyade de hombres sanos de cuerpo, mente y alma.
El encuentro en el espíritu que tuvo lugar entre el doctor Cairo y este cronista se produjo cuando comencé a publicar, en la Revista Cubana de Psicología, medio especializado de prensa del que fuera director-editor durante varios años, mis artículos sobre Psicodiagnóstico Rorschach y otras líneas temáticas relacionadas con la Psicología Clínica y de la Salud.
La relación que se entabló entre nosotros fue, primero, de índole estrictamente profesional, pero después fue invadiendo poco a poco «como llega cojeando la verdad de la mano del tiempo», al decir del pensador griego Annon, nuestras respectivas esferas afectivo-emocionales hasta llegar a establecer un vínculo indisoluble, que la muerte solo ha podido interrumpir, pero no destruir.
Fui testigo de mayor excepción de la lucha frontal que el profesor Cairo libró contra Tanatos, ya que su organismo había sido atacado por una afección maligna que amenazaba con privarlo del mayor tesoro que tenemos los seres humanos: la vida. No obstante, la energía positiva que irradiaba por todos los poros del cuerpo y el alma, el eficaz tratamiento médico que se le indicó y siguió al pie de la letra, así como sus inmensos deseos de seguir entre nosotros, y de ser útil al otro, sobre todo a los estudiantes de la Facultad de Psicología, donde escribió su leyenda profesional y personal, le permitieron seguir en pie de lucha hasta que un infarto cardiaco apagó para siempre su fecunda existencia terrenal.
El doctor Cairo tuvo grandes deferencias con el autor de esta evocación literaria: en 2004 me invitó a ser miembro del tribunal de examen de premio de la asignatura Metodología de la Investigación, que impartía en esa especialidad de las ciencias neurales y sociales, a participar como oponente o asesor en tribunales de pre-grado, maestría y doctorado, a intervenir como ponente en eventos científico-académicos organizados por la Facultad de Psicología, a acompañarlo, en dos ocasiones, a universidades mexicanas, para que dictara posgrados sobre Psicodiagnóstico Rorschach con orientación analítico ortodoxa; invitaciones que tuve que declinar por la avanzada edad y el precario estado de salud (la segunda vez que tuvo tal gentileza acababa de salir de alta del Hospital «Hnos. Ameijeiras», donde este escribidor estuvo recluido durante dos semanas por un proceso séptico pulmonar, que casi me lleva a la tumba, y me dejó como secuelas una diabetes secundaria y la exacerbación de la hipertensión arterial que padezco desde los 20 años de edad).
La fructífera trayectoria científico-profesional y docente-educativa del doctor Cairo no cabe en el estrecho contexto de este homenaje póstumo, más sentido que pensado, y que es genuina expresión del cariño, afecto y respeto que sentía hacia este eminente intelectual cubano, que también incursionó —con éxito indiscutible— en los campos de la literatura y el periodismo científicos. Sin embargo, quisiera destacar que era miembro titular de la Sociedad Cubana de Psicología de la Salud y de la Sociedad Cubana de Psicología; esta última le confirió el Premio por la obra de la vida, que le fuera entregado en el capitalino Palacio de Convenciones, en 2016.
Me despido del profesor, doctor Eduardo Cairo Valcárcel con una frase que lo identifica en el medio académico y fuera de él: era un hombre que en su nítida mirada reflejaba no solo sabiduría, sino también belleza humana y espiritual.
Duerma en paz el martiano sueño de los justos, porque usted cumplió con creces la obra de la vida, y puede estar seguro de que su recuerdo vivirá eternamente en la memoria poética de familiares, colegas, discípulos y amigos. ¡Que así sea!

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Freddy Vargas

Queria saber de mi maestro, el doctor Eduardo Cairo Válcarcel y me encontre con esta noticia, me dio muchas tristeza. Fue un enorme maestro, educaba dentro y fuera del aula. Fui su discipulo en la UPTC, aqui en colombia en los años 90. Paz en su Tumba, maestro del alma…!

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SicologiaSinP.com - Jesús Dueñas

Doctor en Pedagogía

Maestro Normalista y Doctor en Pedagogía. Profesor de Metodología de la Investigación. Dedicado a la docencia médica de pre y posgrado, así como a la enseñanza del Psicodiagnóstico Rorschach y a la investigación clínica con apoyo en los hallazgos de ese método de investigación de la personalidad, científica y artísticamente diseñado por el genial psiquiatra suizo Hermann Rorschach. Es Socio Honorario de la Scuola Romana Rorschach y miembro fundador de la Sociedad Cubana de Rorschach, miembro de la Asociación Internacional de Psicogeriatría, con sede en Illionis, Estados Unidos, miembro ttitular de la Sociedad Cubana de Psicología de la Salud y numerario de la Sociedad Cubana de Psicología y de la Asociación de Pedagogos de Cuba. Dedicado a la crítica artístico-literaria y el periodismo cultural en varios medios nacionales de prensa. Es miembro del Consejo Internacional de la Danza (CID-UNESCO), de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y de la Comisión de Prensa de la Asociación Cubana de Naciones Unidas. Autor de los libros "La danza vista por un psicólogo" y "La danza vista por un crítico teatral". [...]