Supongamos que los artistas y escritores nacen triste.
Crean y escriben decepcionados de un mundo que se niegan amar.
Supongamos que su tristeza es innata, intima que la llevan de bar en bar y le hacen el amor de manera indiferente.
Pero luego se sienta a escribir y cada palabra es como hueco que se expande a través de su mano y nace el poder.
Mientras en la ciudad todos van caminando, fingiendo ser felices, llamando amor a sus problemas emocionales sin resolver, van caminando por sendas triviales.
El artista se enfrenta su propio yo
Tomando la pluma, el lienzo, la brocha, el barro, el piano
Se postran frente a su juez
¡Musa!
Supongamos que entonces los artistas crean e interpretan la vida como debería ser.
Supongamos que nací triste,
Que el amor no me sabe querer,
La amistad me ha jugado traiciones bajas
Supongamos que escribiendo vuelvo a nacer
Venzo a la tristeza en cada papel
Supongamos que ella me gana, pero yo le hago el amor suavemente con mi pluma y ella se deja querer.
Supongamos que los artistas y los escritores nacen tristes.
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