La mentira de la “Cultura del Trabajo” (II)

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Social

En el número anterior, pudimos ver de qué manera la llamada cultura del trabajo, fue gestada en un insalubre ambiente europeo represivo, moralista, misógino y burocrático.  En esta ocasión, descubriremos los oscuros orígenes de la riqueza acumulada de las grandes y medianas burguesías.

Volvamos a los señores burgueses del siglo XVII, XVIII y XIX: ¿cómo se hicieron posibles estas enormes acumulaciones de riqueza? ¿De dónde salieron? La mayoría de los historiadores y partidos políticos reconocen que la acumulación de capitales provenía de la explotación de las clases obreras. Pero algo que los discursos políticos han olvidado, en muchos casos, es el origen doblemente espurreo de estos capitales: la explotación de las clases obreras de los países europeos y  el colonialismo americano, asiático y africano. La masacre de pueblos originarios de América, la explotación de las minas americanas, el colonialismo asiático y el esclavismo africano.

Como bien especifica el historiador peruano Aníbal Quijano: el poder y el dinero son coloniales. Favorecen a quienes favorecían las colonias: los blancos, los europeos, los “civilizados”. Quienes dicen “todo lo que tengo me lo gané trabajando”, probablemente son de tez blanca, residen en las ciudades centrales del país y contaron con mucha ayuda a la que el negro, el que no puede educarse, el del interior no tiene alcance. La acumulación de riquezas, es blanca.

Es por esto que el discurso de “en Argentina hay que recuperar la cultura del trabajo”, esconde cosas muy oscuras de nuestra historia ¿cuál es la cultura del trabajo?  Seguramente muchos hablarán de sus pobres abuelos europeos que llegaron sin nada y se hicieron desde abajo. Para empezar, esto no siempre fue así. Muchos de nuestros abuelos llegaron y lo único que lograron fue salvarse del hambre (algunos).

Para seguir;  el estímulo a la emigración europea, se hizo para poblar los territorios en los que ya había gente. Gente de pueblos originarios. El mismo Roca[1], que decidió invitar a los judíos perseguidos a finales del siglo XIX en Rusia,  exterminó decenas de miles de supuestos “salvajes” en nuestras estepas patagónicas. Los judíos eran blancos, seguramente venían a trabajar y hacer de la Argentina un país “progresista”.

Por lo tanto, así como la acumulación de riquezas es blanca, los privilegios del sistema para las clases medias, también benefician mucho más a los blancos. Las universidades, aunque públicas, están diseñadas para blancos, y para blancos burgueses.

Sinceramente me duele tener que escribir estas líneas ya que mis abuelos provienen casi todos de esta época de inmigraciones masivas europeas. Yo soy descendiente de los judíos que vinieron en esa primera oleada migratoria, favorecida por Roca (anterior a la persecución nazi de la Segunda Guerra Mundial).  Si digo que las ventajas que he obtenido sobre quienes no tienen mi color de piel, son por mi trabajo, miento.

Es cierto que en el progreso económico hay decisiones que pueden tomarse, creatividad que ejercer y trabajo por hacer. Pero es mucho más probable que una América Latina se obtengan respuestas favorables a cualquier proyecto si se es blanco.

Si los descendientes de europeos tenemos más privilegios en nuestra América Latina, es porque son privilegios, tierras, y capitales arrancados a nuestros pueblos originarios.

La mayor parte de los descendientes de pueblos originarios, son los que reciben planes sociales. Aunque muchos puedan decir “bueno pero también hay negros con plata y pobres blancos. Es cierto. Pero ¿cómo llaman las clases medias y acomodadas a los pobres?

El “negro de mierda” ya sea boliviano o paraguayo, a flor de labios de la clase media porteña, da cuenta de los orígenes étnicos de la pobreza. Si eres negro es mucho más probable que seas pobre.

Quienes han alcanzado posiciones mejores dentro de la clase media y en la clase alta acusan de vagos a los pobres. Los pobres no  son vagos.

Para que haya la acumulación grosera de capitales que existe en el mundo, tiene que haber pobreza estructural. La pobreza estructural es consecuencia del colonialismo, la discriminación, el racismo y el predominio de lo europeo.

En muchas ocasiones, existen personas que han sido tan golpeadas por la pobreza desde toda la vida que sufren cuadros depresivos, en general graves. Alguien que puede acceder a trabajos formales y se deprime, va al psicólogo y el psiquiatra y se acuerda una licencia porque no puede trabajar. ¿Y si la enfermedad mental ataca cuando uno no tiene trabajo? ¿Qué hace? Si no hay hospitales en los que conseguir un turno, con los sistemas de salud colapsados y cada vez más caídos… Muchas veces se dedican al alcohol o las drogas, otras veces simplemente se deprimen y son acusados de “vagos”.

Las condiciones subjetivas de los pobres son muy dolorosas, trabajar les cuesta, pararse ante la vida cuesta. Y sin embargo, en la mayor parte de los casos, lo hacen. Con dolor y esfuerzo. Por esto considero, que hay subsidios que vienen bien. No para no trabajar, justamente para dar el impulso necesario para ello.

Es cierto: los subsidios no resuelven el problema de la pobreza estructural, son sólo un parche, pero ese es tema para otro día. Hoy quisiera que se terminara la moda de hablar de “cultura del trabajo”.

No fueron los europeos quienes enseñaron el trabajo en América. Lo que trajeron fue la tendencia a acumular, a tener propiedad privada, ser individualista y maltratar el medioambiente. Si esto es cultura del trabajo, mejor que nadie la tenga.  

Los pueblos originarios tenían sociedades agrícolas que trabajaban. Tenían terrazas con cultivos, técnicas naturales para producir perfumes, y muchísimas otras cosas que hoy se considerarían “orgánicas y progresistas”.  Nadie vino a enseñarles a trabajar a los pueblos originarios. Nadie puede vivir sin trabajar.  El mito del pobre que no trabaja, viene del amerindio que se niega a trabajar en las tierras usurpadas del patrón. Los pueblos originarios vivían mucho mejor de lo que vivían los europeos del siglo XVI hacia adelante. Tenían sociedades limpias, ecológicas, y solidarias. Hay muchísimo que aprender de ellos.

Hablar de “la cultura del trabajo”, es tener una mirada eurocéntrica y racista. Dejemos de decir que la riqueza se merece. La riqueza acumulativa nunca se merece, siempre tiene sangre entremezclada. La acumulación grosera lleva al desastre ecológico, la explotación de otros y el individualismo.

Necesitamos abandonar la moral del trabajo. Necesitamos una moral con más descanso, con menos acumulación y más solidaria. Necesitamos una moralidad más aborigen.

[1] Julio Argentino Roca fue un político, militar y estadista argentino, artífice de la Conquista del Desierto, dos veces Presidente de la Nación -entre 1880 y 1886 y entre 1898 y 1904- y máximo representante de la Generación del Ochenta

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SicologiaSinP.com - Silvia Golubizky

Lic. en Psicóloga. Especializada en Género y Desarrollo

Columnista de paramujeres.com.ar, ejerce como Psicóloga Clínica de niños, adolescentes y adultos. Su área de trabajo es la clínica psicoanalítica. Recientemente obtuvo un diplomado en Género y Desarrollo. Ha dictado talleres, seminarios y conferencias en Tucumán, Buenos Aires y Santa Cruz, en Argentina. En el exterior Santiago de Chile, Washington y Miami. Desde su web difunde trabajos de psicoanálisis y comparte información sobre la violencia de género y la salud mental. [...]