Importancia de las representaciones sociales sobre la epilepsia en maestros cubanos de la educación primaria

Importancia de las representaciones sociales sobre la epilepsia en maestros cubanos de la educación primaria

Social

Las representaciones sociales comprenden una amplia gama de fenómenos, un sistema de referencia que nos permite dar significado a los hechos. Constituyen una especie de lupa, la cual ofrece una manera muy particular de observar algunos acontecimientos o conceptos y concebir teorías implícitas para establecer aserciones sobre individuos o sobre nuestra vida cotidiana. Suelen interpretarse en la forma de categorías que permiten clasificar tanto a los fenómenos como a los individuos. En general, los investigadores las consideran un producto tanto como un proceso.

Se afirma que una modificación o transformación en las condiciones de vida de una sociedad es lo que provoca reelaboraciones, transformaciones y cambios en las concepciones sobre los objetos sociales. Un fenómeno desconocido hasta el momento, y por tanto no familiar, no por sus atributos o cualidades sino por su relación con los sujetos, da lugar a procesos de comunicación colectiva, que lo hacen inteligible y manejable, dando origen así, dicho del modo más sintético posible a la constitución de una representación social.

Promover estudios acerca de la representación social de un objeto permite explorar los modos y procesos de formación del pensamiento, por medio del cual las personas construyen y son construidas por la realidad social. Además, brinda una aproximación a la visión de mundo de la que los sujetos o grupos se apropian, pues el conocimiento del sentido común es el que las personas utilizan para actuar o tomar posición ante los distintos objetos sociales.

Mayor importancia reviste en el ámbito educativo, en el cual, las investigaciones que se pretendan suscitar deben estar encaminadas a facilitar la manera y los métodos más eficaces para la formación de un pensamiento social que no esté relacionado solamente con aspectos negativos y enajenantes de la epilepsia. Los estudios se orientarán a la educación profesional en cuanto a brindar mayor información sobre le enfermedad en sí misma, además de su tratamiento y abordaje psicosocial.

Cada sujeto forma su opinión y elabora una perspectiva muy singular de la realidad sin que esto signifique que dicha construcción constituya un proceso individual o característico. Las inclusiones de las personas en diferentes categorías sociales y su adscripción a distintos grupos, componen fuentes de determinación que inciden con fuerza en la elaboración individual de la realidad social, y esto es, esencialmente, lo que genera visiones compartidas de la realidad e interpretaciones similares de los sucesos.

El maestro de educación primaria tiene como funciones, cooperar en la elaboración del plan escolar, así como en la ejecución de los programas de trabajo y acciones que se relacionen con su área de competencia. Otra función implica la participación y promoción del trabajo colaborativo como un medio para consolidar una comunidad de aprendizaje en la escuela. La participación en el trabajo académico para identificar las necesidades de formación continua y desarrollo profesional, tanto personales como colectivas, tomando en consideración los resultados e indicadores de los diversos instrumentos de evaluación aprobados por la autoridad educativa, también forman parte del grupo de funciones del maestro primario.

Actualmente dentro de la preparación metodológica de los maestros primarios no se encuentra materia alguna que trate la manera de accionar en caso de presentar un niño con epilepsia en el aula. Al no tener bien esclarecida toda la información necesaria sobre la enfermedad, esto hace que ese grupo social posea una concepción errónea y poco científica acerca de todos los aspectos concernientes a la enfermedad.

Cuando un individuo no posee un conocimiento sobre un fenómeno determinado, en este caso sobre la epilepsia, la estructura de las representaciones sociales propuesta por Moscovici puede estar en riesgo de desarticularse. Esta estructura está compuesta por tres dimensiones: la actitud, la información y el campo representacional.

Moscovici entiende la actitud como la dimensión afectiva, la que imprime carácter dinámico a la representación y orienta el comportamiento hacia el objeto de la misma. Según sea la actitud del maestro y la representación que posea de la enfermedad, así será el condicionamiento favorable o desfavorable y la fluctuación de su carácter. Las actitudes de los maestros pueden llegar a ser lo suficientemente severas como para privar al niño de realizar cierto grupo de actividades como: ver televisión, jugar con otros niños, ir a la playa, estudiar diariamente, ir a fiestas, viajar, hacer deportes, usar computadoras o montar bicicleta. Las prohibiciones son totalmente equivocadas y en muchas ocasiones vienen implementadas desde el propio seno familiar y se traspolan al maestro primario como una extensión de la falta de información sobre la enfermedad, puesto que padecer de epilepsia no es inconveniente para realizar alguna de las actividades anteriormente mencionadas. Estudios realizados sobre el tema de las actitudes revelan un condicionamiento hacia lo desfavorable de las mismas.

La familia, en muchos casos constituye un factor predisponente para el maestro. Los padres y demás miembros del conjunto familiar, a tenor de poseer un nivel informacional determinado sobre la epilepsia, ofrecido en este caso por el especialista o neurólogo que brinda atención al infante, practican como tendencia la sobreprotección. Este amparo excesivo es transmitido al maestro, el cual, al no contar con el conocimiento esperado y las herramientas para intervenir adecuadamente, actúa solo como un mediador neutral en la educación del infante. Totalmente contraproducente con lo que se espera de un ente tan importante y revolucionario en la vida de un niño de edad primaria. La dimensión actitudinal constituye en la mayor parte de los casos, la primera de cualquier representación; pues nos representamos el objeto y posteriormente en función de eso tomamos una determinada posición. Los elementos afectivos adquieren una importancia trascendental en la formación de toda representación social, al jugar un papel estructurante o desestructurante.

Educar exige una constante preparación y superación personal en aras de elevar la competencia como maestro y de brindar el mejor servicio posible. La dimensión informacional se encarga de dar cuenta de los saberes en torno al objeto de representación. Al no contar con fuentes suficientemente fidedignas y estar desprovistos de un sistema de capacitación en ese sentido, toda la información que le llega al maestro respecto al tema de la epilepsia se va a encontrar mediada por su grupo de pertenencia social y por su inserción social. La falta de información especializada, más bien científica, se va a ver reflejada esencialmente en el niño y la conducta hacia él. La carencia de información especializada sobre la epilepsia y en segundo lugar, la sobreprotección ejercida por la familia en su relación con el infante, transferida al maestro desconocedor, influirán directamente en la formación de la representación sobre la enfermedad.

El campo de representación: Nos sugiere la idea de modelo, está referido al orden y jerarquía que toman los contenidos representacionales, que se organizan en una estructura funcional determinada. El campo representacional se estructura en torno al núcleo o esquema figurativo, que es la parte más estable y sólida, compuesto por cogniciones que dotan de significado al resto de los elementos.

La base de las representaciones sociales que posea un sujeto sobre un determinado objeto; en este caso la representación de los maestros primarios sobre la epilepsia, radica, en primera instancia, en la información que se tenga acerca del mismo. Si la información que se les proporciona a los maestros es inconsistente y las fuentes no son confiables, ni científicas; el resultado que se derivará de este proceso va a acarrear actitudes desfavorables. El campo representacional que resulta de la dimensión información y de la afectiva en este sujeto va a establecer una jerarquía de contenidos con respecto a la enfermedad que van a fluctuar desde los más negativos hasta llegar en menor medida a los contenidos con valores positivos. Todas estas dimensiones se entrelazan unas con otras y se encuentran en interacción constante, si hay fallas en una de ellas, el funcionamiento en las otras va a estar condicionado por dichas carencias.

Las representaciones sociales que sobre la epilepsia posean los maestros primarios van a influir de igual manera en la calidad de la relación que se establezca entre alumno-maestro. Esta relación es fundamental que se desarrolle y encauce por un rumbo de colaboración mutua, si en el futuro se pretende recoger algún fruto de todo este proceso de enseñanza-aprendizaje, y no constituya un mero hecho estéril que dé como resultado individuos socialmente inadaptados o marginados.

La importancia de que el maestro primario posea una representación social de la epilepsia alejada totalmente de una realidad enajenante, para quien mayores resultados rendirán será para el niño. Su calidad de vida va a mejorar sustancialmente si el proceso de formación de la representación social es adecuado.

De manera general, las representaciones sociales sobre la epilepsia constituyen un tema vital para un eficiente ejercicio profesional del maestro primario. Con un nivel de conocimientos adecuado, su trabajo se vuelve más ético y valedero pues a la vez de realizar la función de educar, está garantizándole calidad de vida al niño.

Cuando el maestro primario posee la información necesaria y el nivel de conocimientos adecuado sobre la epilepsia, el niño con este padecimiento no verá afectado el proceso de enseñanza-aprendizaje del cual es objeto, además de favorecerse educacionalmente y elevar su autoestima.

Poseer una representación social sobre la epilepsia lo más centradamente posible en la realidad de los niños que padecen la enfermedad, liberan al maestro primario de las ataduras de actuar como mediador en la educación del infante para pasar a convertirse en un ente activo del proceso.

La base de la formación de la representación social que logre el maestro primario sobre la epilepsia, va a estar condicionada por la información que se tenga de la enfermedad y por el carácter dinámico y el comportamiento que enfoque hacia el objeto de representación (epilepsia). La información, las actitudes y los conocimientos se van a relacionar entre sí, mostrando interdependencia. Las tres dimensiones son las que garantizan el éxito de la representación social.

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Psicólogo Clínico, Licenciado en Psicología, MSc. Ciencias Sociales

Dedicado a la investigación sobre las adicciones, aspectos sociales vinculados a la epilepsia y la representación social y a la influencia psicológica de las artes en los seres humanos. [...]