“A veces uno amanece con ganas de extinguirse… como si fuéramos velitas sobre un pastel de alguien inapetente. A veces nos arden terriblemente los labios y los ojos y nuestras narices se hinchan y somos horribles y lloramos y queremos extinguirnos…habrá días en que amanezcas con ganas de que un aliento gigante sople sobre ti, apagándote. Así es la vida: un constante querer apagarse y encenderse.” (Julio Cortázar / Rayuela)
Así es, Maestro Cortázar. Hay días en que, sin darnos cuenta, uno muere un poco por dentro; hay días en que nuestras grandes aventuras heroicas se reducen a lidiar con alguien más necio que uno; a cumplir con la jornada de trabajo; a pagar los impuestos; a dejar un poquito de nuestra dignidad en algún tacho de basura y a alimentarnos del veneno ajeno; a llegar a casa, tirar en algún rincón el calzado y agradecer por el plato de comida y la cama donde descansar.
Hay días en que la vida se hace esquiva, la buenaventura, arisca y el destino elige sin consultar. Conozco esos días, en que la vida nos escupe en la cara, nos saca la lengua y nos dice: “¡Iluso! Ahí va otra piedra con la que puedas tropezar”. Y allí estamos, como las velitas del pastel de Cortázar, temblorosos, luchando entre apagarnos y encendernos, entre un alud de podredumbre que se empecina en arrastrarnos o persistiendo, aferrados a nuestra ancla de ilusiones.
Pero -vos o yo- somos porfiados, somos cabrones, tercos y obstinados. Y ahí vamos, sonriendo, diciendo: “buen día”, aunque solo nos conteste el eco; intentándolo otra vez y otra y otra…aunque quisiéramos irnos lejos (aunque ese ‘lejos’ no más sea donde podamos hacer una pausa de todo y de todos), hacernos un ovillo bajo las sábanas, cerrar fuerte los ojos y desaparecer.
Pero, como te digo, somos porfiados. Y allí vamos, con las alas rotas, las rodillas raspadas y manchadas de barro, los ojos lagrimeantes y la garganta ardiendo, siempre dispuestos a retar a la vida, esa vida que vez tras vez nos pega un poco. Y ante el abismo de las incertidumbres, ahí vamos y nos arrojamos al viento, como las cenizas, como la llovizna y te juro, es maravilloso sentir el vértigo en la sangre y el corazón furioso palpitando ante la emoción desafiante.
Así que mi amigo, no pierdas más tiempo. Levántate, límpiate los mocos, sécate las lágrimas y sacúdete el barro. No tengas miedo de vivir, de romperte el hocico, el corazón y el alma, que la vida no se nos dio para regresarla intacta, sino vivida, usada, hecha jirones, rota, hasta el hartazgo desafiada. Que muy bien dice por ahí un tema: “nada es para tanto y tanto no lo es todo, ante todo y con firmeza mantén tu espíritu con humor.”
* del tema Mantiene tu espíritu con humor, Fun People, Argentina, 1995
uno vive asi,hoy,cuando los años han pasado,pareciera q el tiempo a uno lo fue puliendo,sera x eso q uno aprende a valorar hasta las reflexiones q uno escribe o lee….