Diversas teorías psicológicas explican a su modo, la importancia de la madre en la constitución subjetiva de los seres humanos. La biología tiene mucho que decir también. Y es que la propia naturaleza nos ofrece a diario ejemplos maravillosos acerca de la maternidad.
Un niño que se siente querido por su madre, tiene mucho de su lado para experimentar bienestar a lo largo de su vida. En cambio, cuando no sucede así, las heridas espirituales se llevan siempre. Un hijo nunca logra- por más que lo intente- entender la ausencia física o emocional de su mamá. Tendrá que comprender entonces- para no sentir que él no valía nada- que aunque la sociedad tienda a idealizar, en el mundo hay buenas y también malas madres.
Por eso la maternidad debe llegar desde el deseo auténtico y no desde ningún otro lugar. Se puede aspirar a tener las condiciones materiales, pero las psicológicas son las que nunca deben faltar. No se trata de la situación ideal. Para muchas pudo ser así…y para otras tantas, no. Quizás ese embarazo no surgió en el momento más oportuno, pero esa mujer se replanteó la vida y sintió profundamente que quería a ese hijo. Quizás no había un padre que nombrar….o había un padre que no deseaba nombrar a nadie. Pero esa mujer quiso a su hijo y como la Eva de Silvio se dijo “el fruto es mío, con padre o sin él”. Tanto más dura haya sido la obra para una madre, que ha sido una buena madre, tanto más debería ser reciprocada con buenos sentimientos y agradecimiento.
Paradójicamente muchas mujeres tienen un fuerte deseo maternal y por padecimientos, enfermedades u otras causas diversas, no logran hijos biológicos. A veces muy lamentablemente, con muchos deseos de adoptar- y aunque existen niños/hijos potenciales- no logran esas adopciones. Pero destilan amor de madre por todas partes y casi siempre encuentran el modo de dejarlo en algún sobrino, ahijado o un niño cualquiera afortunado. Esas mujeres muchas veces llevan toda la vida cierto dolor silencioso o el estigma social que las trata como mujeres incompletas. Todo el que tiene una de estas “madres” cerca, debería mostrarle gratitud y reconocimiento.
Así mismo hay mujeres que en el rol de esposas del padre (esa palabra fea que nos hace pensar en las pobres Cenicienta y Blanca Nieves- “la madrastra”- ) han dado lo mejor de ellas en el cuidado de esos niños no propios. Muchas han llegado a apoyarlos y a quererlos mucho y han sido para ellos personas muy especiales.
Pero valga también reconocer a esa mujer que decidió con valentía que su proyecto de vida no contemplaba hijos, aunque sí otras obras valiosas. Esas mujeres enfrentaron prejuicios y presiones de todos tipos y se mantuvieron firmes. Todas aquellas que lo hicieron por la convicción de no querer dañar a un niño no deseado, merecen mucho respeto y que veamos también en ello, gestos de amor.
Ser una buena madre implica sobre todo, amar y estar para ese hijo. No significa en modo alguno, no cometer errores o ser perfecta.
Ser mamá supone sacrificios casi inevitables, pero la maternidad no debe ser un sacrificio perpetuo. Sentirnos bien como personas, luchar por nuestra realización en otras esferas, nos proporcionará un bienestar psicológico que también nos hará mejores madres.
Felicitaciones a las madres biológicas y a las no biológicas. A las abuelas, las tías, las hermanas/madres, las madrinas y las buenas madrastras. Día de reconocimiento también a esas mujeres que con la responsabilidad que a otras le ha faltado, escogieron no ser madres. Homenaje eterno a las buenas madres que no están físicamente.
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