Cuidadores(as): indispensables para la sociedad (Parte I)

Importancia del cuidador

Psicología Clínica, Social

Los cuidados son tan ancestrales como la especie humana. Los hombres primitivos reconocieron la importancia de “los otros” para su supervivencia y comenzaron a agruparse en pequeñas comunidades, facilitando la cooperación y el apoyo mutuo. Los cuidados datan de ese entonces: cuando el hombre que no podía valerse por sí mismo comenzó a apoyarse en los otros, que le brindaban atenciones. 

El término cuidar encierra en su significado una referencia a aquellas tareas que realiza un ser humano para satisfacer las necesidades o carencias de otra persona. Estos cuidados consisten en variedad de tareas, que implica la atención personal e instrumental y el interés o motivación del cuidador por la salud y bienestar del receptor de cuidados. Por lo que, incluirá acciones como acompañar, apoyar, sanar, gestionar, entre otras.

La acción de cuidar es realizada por personas denominadas cuidadores(as). Estos brindan sus servicios a personas que padecen afectaciones que les impide proporcionarse estos cuidados a sí mismos, para que puedan desarrollarse en su vida diaria y satisfacer sus necesidades. Esto implica aprender tareas para atender de forma adecuada a la persona afectada, asumiendo responsabilidades diferentes, y complejizando la dinámica de vida que antes llevaba el o la cuidadora. 

Los hombres y mujeres cuidadores pueden clasificarse, teniendo en cuenta el parentesco con la persona receptora de cuidados, si es remunerado su servicio, el tiempo que dedica a esta actividad, las responsabilidades que asume, entre otras. Las principales clasificaciones que se registran en la literatura son:

Cuidador(a) familiar/ Cuidador(a) profesional

El cuidador profesional es aquel que brinda sus servicios a cambio de alguna remuneración y en el ejercicio de su profesión. Son personas formadas profesionalmente en ámbitos afines al cuidado como la enfermería. Sin embargo, puede ser una persona que no tenga este tipo de formación, sino una más autodidacta. No presentan ningún vínculo consanguíneo con los pacientes e inicialmente su relación es basada en un contrato mutuo, no en un vínculo afectivo, aunque las relaciones entre ellos pueden irse estrechando con el paso del tiempo. 

Se ha visto con mayor frecuencia en la actualidad que miembros de la familia sean los que asuman las tareas de cuidado, manteniendo un vínculo estrecho que va más allá de lo consanguíneo y tiene que ver mucho con el afecto hacia el familiar enfermo. Las reglas sociales y morales del contexto donde se insertan estas mujeres y hombres cuidadores, les impulsan a asumir los cuidados sin recibir ninguna remuneración por estos servicios. A estas personas se les denomina cuidadores(as) familiares.

Cuidador(a) primario o principal/ Cuidador(a) secundario

Se conoce como cuidador(a) principal a aquella persona que asume la mayoría de las responsabilidades de atención y cuidado al paciente. Gran parte de su tiempo se dedica a satisfacer las necesidades básicas de su familiar enfermo. Generalmente lo acompaña en todo el proceso de enfermedad o discapacidad desde el inicio de esta, hasta su muerte o restablecimiento.

El cuidador(a) secundario es aquella persona que se encarga de apoyar al cuidador(a) primario en las labores asociadas a este rol y aunque tiene responsabilidades con el paciente, no son tantas ni del mismo tipo que las del cuidador(a) primario o principal.

Cuidador(a) formal/ Cuidador(a) informal

Estos conceptos son muy similares a las definiciones de cuidadores profesionales y familiares respectivamente. Según Salazar el cuidador informal es “aquella persona que no pertenece a ninguna institución de salud, social y que cuida a personas no autónomas, quien por lo general vive en el domicilio del paciente o pasa la mayor parte del tiempo con este.”

Por otro lado, el cuidador formal es definido como: Aquel que se dedica de manera profesional al cuidado de una tercera persona y se caracteriza por: disponer de capacitación y preparación para el desempeño de las tareas requeridas, recibir honorarios por el trabajo efectuado, realizar el cuidado en un margen de horario previamente pactado, tener un grado de compromiso más o menos elevado en función del grado de profesionalidad y de sus motivaciones personales. 

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