Sigmund Freud: Sinónimo de psicoanálisis

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Psicoanálisis

En la mayoría de mis crónicas sobre arte, literatura y medios audiovisuales empleo, con marcada preferencia, el método psicoanalítico clásico en la interpretación que hacen los bailarines, actores y escritores del personaje que le dan vida. En este pequeño homenaje que dedico al imprescindible neurólogo y escritor vienés, trataré, en cierta medida de satisfacer las inquietudes cognoscitivas y espirituales de quienes me han solicitado que les aporte más elementos de juicio acerca de ese gigante de las neurociencias y la literatura contemporáneas.

Sigmund Freud (1856-1939) define el Psicoanálisis como método de investigación, técnica de tratamiento y elaboración de un cuerpo teórico-conceptual, sustentado en un sólido andamiaje filosófico-antropológico.

Desde otra óptica, la contribución realizada por Freud al desarrollo de la psicología y la ciencia en general, es un sistema terapéutico que nace, crece y se consolida en la práctica médica, estructurada sobre la base de los hallazgos clínicos registrados por el estudio dinámico a personas con afecciones psíquicas o mentales.

Ulteriormente, el Psicoanálisis extendió su radio de acción a otros campos del conocimiento humano: filosofía, historia, sociología, religión, política, arte y literatura, y se convirtió en el non plus ultra, no sólo en el contexto clínico, que es su claustro materno, sino también en el cultural, donde el Psicoanálisis tiene un bien ganado espacio.

Los principios básicos del Psicoanálisis son los siguientes:

  • Dualismo cuerpo-alma; carácter primario de la mente, concebida como algo abstracto e inmaterial.
  • El inconsciente, mecanismo rector del comportamiento humano.
  • La libido o apetito sexual, principio y fin de la conducta del hombre.
  • Lealtad al maestro y fidelidad incondicional a la doctrina freudiana.

El Psicoanálisis estructura la mente y la personalidad sobre la base de tres pilares fundamentales: la conciencia, el yo o el ego. En tanto el yo obedece al principio de la realidad, dirige y organiza la conducta del sujeto de acuerdo con las exigencias del inconsciente o ello.

El superyó o superego desempeña la función de juez de paz o fiscal, según el caso, y regula el comportamiento psicosocial de la persona en su medio natural.

El inconsciente o ello, fuente inagotable de energía psíquica, sin aparente orden u organización alguna, responde al principio del placer; y en última instancia, determina la conducta del sujeto.

Ahora bien, en el inconsciente no sólo hay tendencias enfermizas, deseos insatisfechos o no realizados e impulsos sexuales reprimidos, sino también actividad espiritual, generadora de las acciones más nobles y bellas que caracterizan al hombre y le confieren su inviolable dignidad humana.

La orientación analítico-humanista, herencia de la teoría psicoanalítica ortodoxa, identifica a la persona sana como aquella que vive en perfecta armonía con su yo y con su entorno, y consecuentemente, domestica a la bestia salvaje que todo hombre lleva dentro, y que se esconde, tanto en el componente instintivo del inconsciente freudiano, como en el superyó o superego, cuando este último desempeña el papel de acusador implacable.

El mayor mérito de Sigmund Freud no sólo estriba en ser el Padre del Psicoanálisis, sino en haber nucleado a su alrededor a discípulos de la talla excepcional de Alfred Adler, Carl G. Jung, Jacques Lacan y Erich Fromm, quienes —con posterioridad— se separan del maestro y fundan sus respectivas escuelas.

El peor defecto de Freud es su intolerancia, legado del ilustre profesor y neurólogo francés Jean Martin Charcot (1825-1893), quien nunca le perdonó a su discípulo que abandonara el ejercicio de la neurología para dedicarse a la psiquiatría, y concretamente, al Psicoanálisis, cuyo valor científico el célebre francés no vaciló en poner en tela de juicio.

Cuando se hable de Freud no pueden haber términos medios: su legado intelectual ha sido alabado o desdeñado; su integridad profesional, admirada o cuestionada; su rectitud metodológica, celebrada o combatida, desde que en 1895 diera a la estampa los resultados de su investigación sobre la histeria.

Freud descifra la complejidad y los vericuetos de la mente, otorga importancia a las confidencias sexuales de sus pacientes, cura graves neurosis, descubre el Complejo de Edipo y revela el significado de los sueños.

Por otra parte, caracteriza el psicoanálisis como un método encargado de traer a la superficie experiencias y sentimientos del inconsciente, el cual condiciona el comportamiento humano; y a través del tratamiento psicoanalítico, es posible rastrear los problemas desde su génesis.

La teoría freudiana sobre los principios de la neuropatología, incluidas las etapas oral, anal y genital del desarrollo psicosexual, así como la estructura de la mente: yo, superyó y ello, ha sido expuesta, estudiada, combatida e impugnada, no una sino miles de veces.

Ahora bien, los conceptos sustentados por Freud, con sus aciertos e imperdonables excesos, están presentes en manuales de toda corriente psicológica o psiquiátrica, porque el fundador del Psicoanálisis es —a la vez— inocente y culpable, creador y emancipador, inquisidor e intolerante.

El principal artífice de la teoría psicoanalítica libera la imaginación creadora y diseña una teoría de la cultura, que influye en grandes artistas y escritores contemporáneos.

He ahí, precisamente, el vínculo que une a las artes y la literatura con el Psicoanálisis, el cual deviene método idóneo para estudiar cómo un bailarín, actor o escritor diseña el entramado psicológico y espiritual del personaje que lleva a escena o describe en las páginas de una obra literaria, cuándo y en qué momento el componente instintivo o espiritual del inconsciente freudiano está mediatizando la conducta del personaje concebido por la fecunda inspiración del artista.

Por último, quisiera destacar que el autor de esta crónica no está adscrito a la doctrina psicoanalítica clásica, porque no está de acuerdo con algunos de sus principios medulares, pero sí confiesa —sin rubor alguno— que es un ardiente defensor del método psicoanalítico ortodoxo, el cual utilizara en la calificación e interpretación de las respuestas a las láminas del Psicodiagnóstico Rorschach, y que ahora aplica y seguirá aplicando a su quehacer en el campo de la crítica artístico-literaria y en el ejercicio del periodismo cultural.

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Doctor en Pedagogía

Maestro Normalista y Doctor en Pedagogía. Profesor de Metodología de la Investigación. Dedicado a la docencia médica de pre y posgrado, así como a la enseñanza del Psicodiagnóstico Rorschach y a la investigación clínica con apoyo en los hallazgos de ese método de investigación de la personalidad, científica y artísticamente diseñado por el genial psiquiatra suizo Hermann Rorschach. Es Socio Honorario de la Scuola Romana Rorschach y miembro fundador de la Sociedad Cubana de Rorschach, miembro de la Asociación Internacional de Psicogeriatría, con sede en Illionis, Estados Unidos, miembro ttitular de la Sociedad Cubana de Psicología de la Salud y numerario de la Sociedad Cubana de Psicología y de la Asociación de Pedagogos de Cuba. Dedicado a la crítica artístico-literaria y el periodismo cultural en varios medios nacionales de prensa. Es miembro del Consejo Internacional de la Danza (CID-UNESCO), de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y de la Comisión de Prensa de la Asociación Cubana de Naciones Unidas. Autor de los libros "La danza vista por un psicólogo" y "La danza vista por un crítico teatral". [...]