Elsa Gutiérrez Baró: lamentable pérdida para la salud mental infanto-juvenil cubana e iberoamericana

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Nombres de la Psicología

 

Honrar a los muertos, es vigorizar a los vivos

José Martí

La doctora Elsa Gutiérrez Baró (1928-2019), profesora emérita de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, partió al espacio infinito lleno de música, poesía, luz y color, adonde van a dormir el sueño eterno las personas buenas —como esta mujer excepcional— que, según el Apóstol, «aman y crean»

Conocí a la también directora fundadora de la Clínica del Adolescente en un evento científico, que tuvo como sede el Hospital Psiquiátrico de La Habana, en diciembre de 1973, o sea, hace más de cuatro décadas.

La oratoria de la expresidenta y Miembro de Honor de la Sociedad Cubana de Psiquiatría durante la presentación de la ponencia que llevó al seno de dicho evento me cautivó, y cuando concluyó su magistral intervención, me acerqué a ella para felicitarla —entre otras cosas— por la claridad conceptual y la vehemencia con que expuso la imperiosa necesidad de crear una institución de salud mental, dedicada a la atención a la niñez y adolescencia insulares con trastornos neuropsíquicos o emocionales.

Ese proyecto lo pudo ver materializado años después con la apertura de la Clínica del Adolescente, la primera en América Latina, y a cuyo desarrollo y consolidación se consagrara en cuerpo, mente y alma durante el lapso en que ocupara la dirección de ese centro asistencial y académico de excelencia, devenido paradigma de esa especialidad biomédica en la mayor isla de las Antillas y fuera de nuestras fronteras geográficas.

A partir de ese encuentro ¿fortuito?, se estableció entre nosotros una relación, no solo profesional, sino también afectivo-espiritual, que fue creciendo gradual y progresivamente con el discurrir del tiempo. Tanto fue así que, cada vez que iba a presentar un texto (y escribió varios) acerca de su especialidad en la Feria del Libro de La Habana o en cualquier institución científica o cultural, me pedía que fuera a cubrir la actividad, lo cual me permitió entrevistarla —en más de una ocasión— para el Sitio Web de Radio Progreso y para el Portal CubaLiteraria.

Ahora mi memoria poética evoca las conversaciones que sosteníamos por teléfono o personalmente, y en las que me decía —medio en serio y medio en broma— «tú te has convertido, consciente o inconscientemente (no se me olvida que tienes orientación analítica), en mi cronista y entrevistador particular […]».  Luego, reía con la naturalidad y espontaneidad que la identificaran en el medio científico-académico o fuera él; acción que revelaba —en toda su dimensión y magnitud— la sencillez y la humildad que la caracterizaran desde la vertiente personográfica. 

Hablar de la doctora Gutiérrez Baró es referirse —necesariamente— a la Escuela para la Superación a Campesinas «Ana Betancourt», que funcionara a principios de la Revolución en el Hotel Nacional de Cuba, y a la casi sexagenaria revista Mujeres; centro docente-educativo y medio de prensa de los que fuera directora hasta que se le planteó la disyuntiva de escoger entre cuadro profesional de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) o retomar el ejercicio de la profesión hipocrática, ya que se había graduado, en 1955, de Doctor en Medicina por la Universidad de La Habana. No lo pensó dos veces: eligió retornar a la carrera que había estudiado en nuestra querida Alma Mater; de inmediato, comenzó la residencia en Psiquiatría Infanto-Juvenil hasta que alcanzó los títulos de Especialista de I y II Grados en Psiquiatría Infanto-Juvenil, así como el grado científico de Doctor en Ciencias.

Son muchas y variadas las anécdotas que me vinculan profesional y emocionalmente a la finada psiquiatra infanto-juvenil, pero no quiero aburrir al lector, sino solo ofrecerle una pincelada de quien fuera en vida la profesora Gutiérrez Baró, quien interiorizara e incorporara a su estilo de afrontamiento que la Medicina es «fuente nutricia de ética, humanismo, patriotismo y espiritualidad», como bien señala el Prof. Dr. Sc. Ricardo González Menéndez, su entrañable compañero y amigo. 

En paz descanse, doctora Elsa Gutiérrez Baró, ya que usted cumplió —con creces— la obra de la vida, y por ende, no morirá en la mente y en el alma de sus familiares, así como de quienes tuvimos el inmenso privilegio de ser sus discípulos, colegas y amigos inseparables. ¡Que así sea!   

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Doctor en Pedagogía

Maestro Normalista y Doctor en Pedagogía. Profesor de Metodología de la Investigación. Dedicado a la docencia médica de pre y posgrado, así como a la enseñanza del Psicodiagnóstico Rorschach y a la investigación clínica con apoyo en los hallazgos de ese método de investigación de la personalidad, científica y artísticamente diseñado por el genial psiquiatra suizo Hermann Rorschach. Es Socio Honorario de la Scuola Romana Rorschach y miembro fundador de la Sociedad Cubana de Rorschach, miembro de la Asociación Internacional de Psicogeriatría, con sede en Illionis, Estados Unidos, miembro ttitular de la Sociedad Cubana de Psicología de la Salud y numerario de la Sociedad Cubana de Psicología y de la Asociación de Pedagogos de Cuba. Dedicado a la crítica artístico-literaria y el periodismo cultural en varios medios nacionales de prensa. Es miembro del Consejo Internacional de la Danza (CID-UNESCO), de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y de la Comisión de Prensa de la Asociación Cubana de Naciones Unidas. Autor de los libros "La danza vista por un psicólogo" y "La danza vista por un crítico teatral". [...]