El psicoanalista de Jesús (Capítulo III)

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Historias, Psicoanálisis

-Muchas gracias por el cordero, Teo, estaba delicioso como siempre

-Gracias, Señor

-Ahora sígueme contando la historia de Tamar, Simón.

-¡Ja ja ja pero hombre! No te has aguantado si quiera a que terminemos de comer ¿eh? Bueno…Gracias, Teo. Vé tranquilo a descansar. Yo me encargaré de lo que falta.
Recuerdas, Paracletos,  que te dije que a Tamar, su suegro se había negado a cumplirle el pacto del levirato. Pacto por el cual, debía entregarle a uno de los hermanos de su esposo fallecido,  para que fuera su esposo, protector legal y la mantuviera económicamente.

Pues bien, verás. Al quedar excluída de la tribu y ver que no iba a tener chances de sobrevivir en un medio tan salvaje sola Tamar decidió hacer justicia.

-Bueno, pero qué mujer más ofendible. ¿Por qué no se buscaba un esposo por fuera de la tribu y listo?

– Paracletos, tu sabes cuánto valoran las culturas semíticas la virginidad..  Pocos hombres aceptarían a una mujer viuda si no es joven y atractiva.  Por otro lado, quedar por fuera de la tribu, equivale a la aniquilación.  Por eso existía esa ley, para amparar a las  mujeres. Judá, (el suegro) había sido egoísta, cruel e incompasivo. La estaba empujando a una vida de marginalidad, sin contención de ningún tipo,  donde la prostitución era la solución más probable.

– Explícame un poco mejor eso, Simón…Tengo que estudiar un poco más las sociedades tribales, me interesa.

– En las sociedades tribales era esencial pertenecer a un grupo, ese era el objetivo del matrimonio. Algunos dicen que Tamar se vió seducida por la vida espiritual de la familia y por eso quería pertenecer a ella. En verdad yo no lo sé a ciencia cierta. Pero si es seguro que una mujer sin tribu corría graves peligros en ese entonces…

-Es verdad, ahora hay más mujeres que se dedican al comercio y cosas por el estilo, pero las sociedades tribales,  eran aún más crueles que  nuestra “pax” romana (que de pacífica tiene poco).

-Sin embargo, eres testigo de que muchas, aún hoy,  se dedican a la prostitución por no tener chances de sobrevivir de otra manera…

-Por supuesto…

-Bien…Entonces Tamar dijo algo así como “Pues, quiere que sea prostituta, seré prostituta.” Se disfrazó, le ofreció sus servicios al suegro, -que aceptó gustoso-y se embarazó de “un cuñado”. Es decir, tomó lo que era suyo desde la astucia y la estrategia. Y de esa manera, se incluyó en la tribu que se negaba a reconocerla y darle los derechos que le correspondían  por ley. Lo mejor es que no lo hizo por la fuerza, usó la misma violencia que intentaba imponérsele, a favor suyo. Estrategia femenina si las hay…

-Oye, eso de la estrategia femenina está muy estudiado por los psicoanalistas. Dime, ¿qué más tienes para mí?  Sígueme contando estas historias de prostitutas, me encanta…ja ja ja…nunca hubiera adivinado por lo reprimidos que sois con el sexo que eso estuviese en vuestros escritos sagrados. Aunque debiera haberlo adivinado… detrás de toda imagen de pureza, hay algo muy oscuro…ja ja ja…

-Sí, así es, Paracletos. Todos los seres humanos tenemos luces y sombras. A veces más sombras que luces…

– Es cierto…vaya…bueno. Quiero conocer a la segunda mujer…Cuéntame.

-Pues verás, la segunda prostituta se llama Rahab.  Rahab significa “grande”. Tengo la hipótesis de que se trataba de una mujer entrada en carnes, pero otros dicen que fue por su generosidad…

-Pues, tratándose de una prostituta, sabes que la abundancia es un símbolo muy apreciado en las culturas agrícolas. Creo que apoyo tu teoría…

– Esta curvilínea mujer, además de prostituta era extranjera.

– ¿Y vosotros y vuestros ideales de pureza racial, Simón?

– Pues ya ves…no siempre somos lo que queremos ser… Como te lo refería antes, si algún judío te viene a hablar de ideales de pureza racial este es un ejemplo de que eso no tiene nada que ver con la visión del Tanaj… Al parecer Rahab ya estaba cansada de ese trabajo tan ingrato, donde tenía que soportar el cuerpo sudoroso de cualquier hombre desagradable que se le acercaba. Quizás haya estado pensando en trabajar como comerciante de telas, ya que cuenta la historia que había lino secándose en su terraza.

-Vaya…una persona  resiliente…Es increíble cómo a veces reducimos a las personas a categorías por etiquetas. Las etiquetas estigmatizan…Rahab era prostituta, pero no quería serlo. Cuántos de nosotros lidiamos con lo que somos, a pesar nuestro.

-Es verdad, y  la prostitución es una desgracia…¿Puedo contarte algo en confianza, Paracletos? Debe quedar acá…

-Por supuesto Simón, eres mi amigo.

-A  veces visito los burdeles sólo para hablar con ellas. Muchas veces las escucho, y trato de darles un poco del cariño paterno que no tienen. Por favor, no se lo digas a nadie, sería señalado por los sacerdotes y expulsado de la sinagoga..

-Ajá…pillín…con que especialista en prostitutas ¿eh? Alguna vez te habrás tentado con alguna, estoy seguro.

-Me decepcionas, Paracletos. Es evidente que nunca has visitado un burdel, por lo que dices.  Los hombres que buscan a las prostitutas, en general lo hacen desde una posición de amo, es una relación de dominio. No soportan tener una relación algo más simétrica con mujeres reales, que a veces son molestas, no siempre están bellas, lloran, se enojan, y no siempre están dispuestas a complacerlos sexualmente. Y necesitan ser tratados como amos poderosos, porque son inseguros. Tú me enseñaste eso, Paracletos.
No creo que quien disfrute de manera plena de su sexualidad, las necesite.

-Vaya…es cierto Simón. Siempre me parecieron lugares donde había una lógica oscura, pero nunca pude decir por qué.  Yo soy el psicoanalista y tú me das lecciones sobre la lógica amo-esclavo…estoy avergonzado.

-Lee la Torah, Paracletos. Nuestro Señor es un dios de libertad, cuyos consejos nunca son gravosos…Por favor, no menciones a nadie sobre mis visitas a los burdeles. Si alguien se llega a atrever alguna vez a hacer abiertamente lo que yo hago se ganaría la condena farisaica de por vida. Ojalá algún rabino alguna vez se atreva a tratar con las prostitutas de manera abierta. Pero ay del que lo haga…

-Secreto profesional, Simón. Te admiro y te respeto por lo que haces. Yo debería hacerlo también…Ah…cuánto dolor en este mundo.  Ahora dime,  ¿qué hace que esta historia de una pobre prostituta del último cordón de la ciudad aparezca en vuestras escrituras?

-Un líder hebreo llamado Salmón se casó con ella. Hay quienes dicen, que él estuvo entre los espías que tomaron la ciudad y que por allí ya surgieron chispazos. Puede ser, pero lo cierto es que nadie imaginó nunca que este hombre elegiría a Rahab para casarse. Tú sabes que el matrimonio pocas veces se da a razón de un amor verdadero. De hecho hay muchos matrimonios por conveniencia. Pero, aparentemente estamos ante un matrimonio por amor. Cosa rara, más en aquella época.  Evidentemente Salmón gozaba de cierto prestigio, prestigio que se vería lesionado al casarse con una prostituta extranjera. Seguramente habrá sido un gran escándalo…

-Un gran escándalo… casi las mismas palabras que usó María para describir su romance con José…muy interesante…

-Voy a prepararme un té. ¿Deseas uno, Paracletos?

La puerta fue golpeada intempestivamente, en el consultorio de Paracletos

-Buen día, José adelante…

-Buen día, doctor

-Toma asiento, cuénteme ¿cómo ha estado?

-Bien…sólo que sigo algo molesto con mi hijo

-Ajá

-Él no tenía derecho a lastimarme de esa manera, en mi familia no somos así.

-Cuénteme, ¿cómo es su familia?

-Somos de carácter noble, correctos. No somos unas bestias salvajes como estos romanos que nos ocupan. Los judíos en general, y la familia de la que provengo, en particular somos muy cuidadosos con las formas.

-Lo escucho…¿a qué se refiere con eso de las formas?

-A respetar la autoridad, a no ser desubicado, a saber cuál es la medida de todas las cosas.

-Claro, me imagino que el tema de las medidas será muy importante para usted, siendo carpintero.

-Ja j aja, Doctor. Usted sabe cómo sacarme de mi rumiación tan seria. Es verdad, aunque a veces cuando uno fabrica algo y una  medida sale mal, se lo puede convertir en una pieza única, exclusiva, con algo de trabajo.

-Bueno, quizás aquí podamos hacer algo por el estilo, ¿no le parece?

-No entiendo, Doctor, yo vine aquí para tratar de enderezar a mi hijo…

-Y ¿ no piensa que quizás si lo endereza le está quitando la posibilidad de ser una pieza artística exclusiva?

(Estoy haciendo intervenciones arriesgadas para ser que es la primera vez que lo veo sólo, pero siento que está en condiciones de recibirlas)

-Tiene razón, Doctor…de hecho, Jesús de común no tiene nada…

-Lo escucho…

(Continuará)

Serie “El Psicoanalista de Jesús”:

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SicologiaSinP.com - Ivka Itzak

Psicoanalista

Diplomada en Género y Teología. Columnista en "La Conversación en Curso". Columnista en "Reisyt". Desde su web difunde una mirada crítica hacia las religiones, la fe y la ideología occidental, apostando por la búsqueda de una fe orgánica y descolonizadora. [...]