Los Otros que hacen la Vida, Dr. Livia

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Historias

Hace rato vengo pensándolo, y de hecho en el primer libro hay un artículo breve sobre este título, decidí hacer una compilación de escritos, es que de verdad, nos pasamos los días viendo o escuchando noticias de gente que parecería “importante o de cierto prestigio” hasta “inalcanzables” como sacados de una novela o de una película de cine. “Los otros que hacemos la vida” somos noticia solo en algún hecho dramático de robo, asesinato, secuestro o violación, si repasamos un poco, dejamos el anonimato si somos padres del dolor, hijos de desaparecidos, artistas de televisión revelación, y en el mientras tanto, nuestro andar se entremezcla en el tumulto de la gente que va dando vueltas por la vida, desapercibida. Uno de los últimos artículos fue Historias de un inmigrante Italiano, tal vez el sea el primero de esta serie de los otros que hacen la vida.

Los otros que hacen la vida tienen que ver con historias comunes, pero que influyen decisivamente en la vida de otros, de forma silenciosa, anónima.

Hace tiempo que vengo pensando en escribir sobre él. El Doctor Livia es alguien que conocí hace solo unos meses, pero pude reconocer en él una persona distinta, un señor no porque sea médico, sino porque respeta la vida, desde su lugar los demás son pares, y siempre esta dispuesto a ayudar, a enseñar de forma humilde de lo que sabe, y de esta forma trascender (en medicina seguimos cada vez más profundamente dejando de tener docentes referentes, que fueran los antaños maestros, o estos quedan cada vez más lejos de la población médica general), eso sumado a sus años que no los sé fehacientemente, pero seguro pronto a la jubilación, hacen que sea alguien que gane mis respetos y mi confianza.

Livia, es oriundo de Perú, otro más de los  inmigrantes de nuestro país, receptor,  no de aquellos que criticamos muchas veces porque vienen huyendo u organizados para delinquir, sino profesionales que emigraron dejando sus raíces en búsqueda de algo mejor. Las guardias hospitalarias tienen esta cosa de poder charlar y conocerse con la gente, de saber quién es el otro porque son muchas horas para compartir, a veces noches de trabajo. Así lo conocí a Víctor en  mi primer día en neonatología, hombre de más de 60 años, con un problema en su columna que lo hace convivir con dolores continuos, que no cesan, pero no detienen su marcha ni su trabajo, no le da ausentismo laboral, ni aprovechamiento del estado por su situación de salud con licencias extendidas, va lento, siempre lento, con su paso medio cojo, pero con una lentitud que da a la guardia de trabajo un lugar de rapidez lenta, armónica, segura, que permite trabajar y hacer lo que urge hacer por los bebés recién nacidos cuando el estado de salud es urgente, pero con seguridad y confianza. Ese marco creó él para mí en mi aprendizaje de la neonatología.

Cuenta de una niñez muy pobre en su Perú natal, de mucho esfuerzo y trabajo, de padres de pocos recursos, de muchos hermanos, de vecinos que funcionan tal vez como se organizan las hormigas, colaboradores entre ellos, trabajadores durante la semana y compartiendo la edificación de las casas de los vecinos durante los fines de semana, habla de un Perú que dan ganas de conocer, por su geografía, de sus montañas nevadas, de sus mares con sus mariscos, de su selva, de sus minerales. Cuenta de Perú de su variedad de alimentos, sobre todo de la diversidad frutal que por el clima tropical allí se encuentra, lo cuenta con tanta representatividad que parecería que uno lo estuviera viviendo con él, y deja entre ver su añoranza.

Víctor, como se llama, es padre de familia, con su esposa y sus 2 hijos grandes ya, pero por los que se desvive y a los que cuida y protege como si aun tuvieran unos 10 años, no hay guardia que no llame por teléfono a eso de las nueve de la noche preguntando si sus hijos ya compraron helado para su mamá, esos llamados son otro tema, arrancan ya a las ocho y media de la mañana para saber si sus hijos llegaron bien a su casa, es que por su discapacidad el no maneja y sus hijos lo llevan y lo traen a la guardia de la maternidad.

Comienza su guardia el domingo temprano, y se va el martes a las ocho horas, parecería que no pero si, hace cuarenta y ocho horas seguidas de guardia, sin desentenderse del trabajo, preocupándose y atendiendo a sus pacientes, y descansando los momentitos que se puede. Llega, deja su bolsito y antes de empezar, recorre la terapia intensiva, la terapia intermedia y cuidados mínimos, saluda a los enfermeros, a las mamás, y va viendo quienes son los chicos que se encuentran, lamentablemente algo común de las terapias neonatales es que los pacientes se conocen de semana a semana porque las enfermedades son difíciles y las altas tardan mucho, sino pregúntenle a Monzón Martina, que lleva mas de ciento veinte días ahí dentro.

Llegar a ser médico no le fue fácil, trabajó desde chico, entre otras cosa fue albañil, empezó otra carrera, y logró estudiar medicina en Perú, fue médico rural allí por varios años, se especializó en pediatría, viajó a Argentina con la promesa de hacer un posgrado de imágenes en pediatría en una de nuestras tantas prestigiosas instituciones. La familia lo acompañó en esa decisión y tuvo que dejar todo cuanto había logrado allá por este desafío. Una vez en Argentina la falta de DNI le impidió ingresar a ese posgrado, en esa época lograrlo llevaba su tiempo y ya estaban acá, así que algo debía de hacer, había que trabajar para mantener a la familia.

En Argentina se le reconocía su título de médico, pero no el de especialista en Pediatría, así que tuvo que presentarse en el hospital Castex, hablar con el jefe de servicio, donde le informaron que podía ser concurrente y hacer nuevamente la especialidad que ya tenía (a veces escribo mal pero esta vez no, si debía hacer nuevamente la especialidad que ya había estudiado) tenía que cumplir con cuatro años más de concurrencia con un día semanal libre para poder trabajar afuera y mantenerse y mantener a la familia. No se si la gente sabe el esfuerzo y el desgaste que esto lleva. Fue nuevamente tras varios años de esfuerzo en pediatra que hizo después neonatología. Lo cuento porque admiro el esfuerzo, y porque tengo una clara postura en contra del abuso laboral de las concurrencias médicas, en donde los médicos trabajan formándose hasta 36 h seguidas y no reciben  ningún salario por ello.

Hoy esta grande ya, sigue atendiendo a los pacientes con pasión y enseñando cono humildad, que combinación loable ¿no?

Víctor ni siquiera sabe que estoy escribiendo de esto, seguro me mata cuando lo vea el domingo, pero es merecedor de este artículo de “LOS OTROS QUE HACEN LA VIDA” que tiene que ver con la vida de cada uno de nosotros.

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Especialista en Medicina Familiar. Médico asociado al servicio de Neonatología. Maternidad Meisner. Diplomatura en auditoria médica y garantía de calidad de la atención de la salud, Universidad de Favarolo – Argentina [...]