El desafío de vivir

el-desafio-de-vivir

Historias, Psicología

            “No tengas miedo de vivir; rómpete el hocico, el corazón y el alma,                                                                                  que la vida no se nos dio para regresarla intacta, sino vivida”

Me encontraba en el supermercado, ya por disponerme a formar fila para pagar mis compras, cuando un señor mayor y con serias dificultades para caminar se interpuso en mi camino. Como no sabía si se ubicaría para pagar o estaba tratando de encontrar un producto en la góndola inmediata, amablemente le pregunte si estaba en la fila.

Me miró con ojos cansados y luego me respondió:

-Sí, estoy en la fila, ya por llegar con mis bártulos*…-hizo un silencio reflexivo y luego agregó:
-Ah, pero no en esta fila -y sonrió, alejándose trabajosamente mientras empujaba con una mano el carrito de las compras y con la otra se apuntalaba en su bastón. Sus palabras me dejaron pensando.

Muchas cosas he hecho y otras tantas me han pasado en mis treinta y cuatro años. Buenas, malas, mejores, peores. Párrafos de la vida escritos y tachados, corregidos, enmendados, vueltos a escribir. Algunas pocas páginas brillantes y otras, bueno, unas cuantas que seguramente pasaron sin mayor mérito.

Y en el transcurso de la vida, situaciones de todos los matices. Ustedes saben. Gente de la que uno se despide por circunstancias diversas y gente nueva a la que recibimos y con la que compartimos tiempo y emociones. Porque la vida es así: una paleta de colores y tonalidades. Y también un caleidoscopio con una multiplicidad de vislumbres y perspectivas que trascienden lo absoluto de lo bueno-malo / si-no / blanco-negro, haciendo de ella un juego imprevisible y apasionante…un verdadero desafío.

Algunos logros, unas cuántas frustraciones, grandes expectativas y esperanzas; la fe nuestra de cada día, planes y proyectos, grandes sueños que hacen de motor a nuestra existencia efímera para seguir viviendo. Decisiones correctas, otras no tanto y otras francamente desastrosas. Y de todas ellas sus inevitables consecuencias. Así, todo ello va conformando nuestros bártulos, nuestro equipaje.

Richard Bach lo expresó desde una metáfora que ilustra la misma cuestión básica: ¿Qué hacemos con nuestra vida y con el reto de vivirla?:

“Cuando comenzamos la vida, a cada uno se nos da un bloque de mármol y las herramientas necesarias para convertirlo en una escultura. Podemos arrastrarlo intacto detrás de nosotros, podemos reducirlo a grava** o podemos darle una forma gloriosa” (1).

Ahora, y siguiendo con la figura utilizada por Bach, también es cierto que no todos nacimos con las habilidades de un Miguel Ángel para transformar el tosco trozo de mármol en un imponente Moisés o en un sublime David. Y muchas veces resulta desalentador ver cómo, en lugar de cincelar “una forma gloriosa”, lo que vamos construyendo termina por desmoronarse, convirtiéndose en escombros. Me gusta el consejo que da al respecto el poeta y filósofo estadounidense Ralph Waldo Emerson:

“Acaba cada día y dalo por terminado. Has hecho lo que podías. Sin duda habrá habido errores y absurdos; olvídalos lo antes posible. Mañana será un nuevo día, empiézalo bien, con serenidad y con tanto ánimo que no lo empañen las nimiedades de ayer” (2).

A veces todo es cuestión de reconciliarnos con nosotros mismos y decirnos: hice lo que podía. No se trata de autoengañarnos, sino de ser objetivos con la realidad, de asumir la responsabilidad que nos corresponda y retomar el compromiso con la vida ya que “mañana será un nuevo día”.

El Kintsugi es un bello arte japonés. El término literalmente significa ‘carpintería de oro’ y hace referencia a la técnica de restaurar objetos de cerámica fracturados. Pero no se trata de cualquier arreglo. Las grietas y fisuras son reparadas utilizando como relleno barniz de resina mezclado con polvo de oro, plata o platino. Obviamente que de este modo las antiguas roturas quedan puestas en evidencia. Y esa es la idea. “Forma parte de una filosofía que plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse, incorporarse y además hacerlo para embellecer el objeto, poniendo de manifiesto su transformación e historia.”(3) Es igual en la vida: podemos quedarnos lamentando sobre los fragmentos rotos e incluso vivir ocultándolos –lo cual no quiere decir que dejen de formar parte de nuestra historia– o podemos convertirlos en valiosas experiencias de transformación y aprendizaje.

Vivo en una pequeña ciudad que se encuentra rodeada de plantaciones de frutales. Hace casi un mes que comenzó el otoño y los árboles han ido perdiendo su follaje. El paisaje luce tremendamente distinto de lo que fue hace unos ocho meses. Me resulta increíble que estos árboles toscos y de ramas ganchudas sean los mismos que lucían esbeltos, revestidos de pequeñas, coloridas e innumerables flores. Y que -este último verano no más- cargaban rojas manzanas, grandes peras y fragantes duraznos. Reflexiono entonces: si me quedara solamente con la visión de este momento sería sumamente descorazonador. E incluso absurdo si me detuviera a lamentar porque la época de las flores y los frutos ha pasado. Lo saludable es la actitud del paciente agricultor que sigue trabajando día a día –incluso en esta época fría y hostil, ya que es plenamente consciente que el presente es solamente una etapa en el ciclo de la vida. Y que de su trabajo en esta época dura del año dependerá en gran medida la buena floración en la próxima primavera y la cosecha del siguiente verano.

En la vida nos sucede de manera similar: a veces nos quedamos estancados en la nostalgia por las flores o los frutos –los aplausos y los logros- del pasado y el presente no tiene atractivo; las perspectivas nos resultan desesperanzadoras y no hay estímulo para la motivación. Pero vale tener presente que ésta es solo una etapa y que más allá siempre habrá una nueva primavera para volver a disfrutar… pero mientras tanto es necesario estar en acción, aunque sea duro el invierno.

Vuelvo a pensar en el anciano del supermercado, plenamente consciente de estar llegando con sus “bártulos”. También nosotros con nuestro equipaje vamos avanzando. Tal vez no fuimos incorporando las herramientas verdaderamente necesarias y en su lugar agregamos muchos trastos inútiles que solo hacen peso. Tal vez nuestro equipaje no contenga cosas realmente útiles para el viaje. Sea como sea, cada nuevo día es una oportunidad para revisar nuestra carga. Seguramente descubriremos que habrá cosas para soltar y liberarse y también habrá recuerdos y cicatrices imborrables. Habrá enseñanzas y experiencias. Grandes esperanzas, pero también inquietudes y muchos interrogantes. Y miedos e incertidumbres. Pero de luz y de oscuridad se viste el cielo y sin embargo siempre es grandioso…tanto como el desafío de vivir.

Lo sentenció de manera sabia Mark Twain:

«Dentro de veinte años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por aquellas que sí hiciste. Así que suelta amarras. Navega lejos del puerto seguro. Atrapa los vientos alisios en tus velas. Explora. Sueña. Descubre» (4)

 

*Bártulos: Conjunto de utensilios, instrumentos y otros enseres de uso cotidiano que pertenecen a una persona o son propios de una actividad.

**Grava: Piedras pequeñas que proceden de la fragmentación y disgregación de rocas.

1) Citado en Palabras mágicas para cambiar, Buenos Aires, Ed. Vergara & Riba, 2005.

2) Citado en El laberinto de la felicidad, Álex Rovira y Francesc Miralles, Ed. Aguilar.

3) Artículo ‘Kintsugi’ en Wikipedia.

4) Mark Twain citado en Lo Único: La sencilla y sorprendente verdad que hay detrás del éxito, Gary Keller y Jay Papasan, Ed. Aguilar.

, , , , , ,

Compártenos tu opinión

avatar
  Subscribe  
Notify of

Compártelo con tus amigos si te ha gustado

Artículos relacionados

SicologiaSinP.com - Carlos L. Di Prato

Técnico Superior en Psicología Social

Escritor independiente. Técnico Superior en Psicología Social. Operador en Salud Mental y Experto Universitario en Acompañamiento Terapéutico orientado a personas afectadas por el Mal de Alzheimer. Actualmente se encuentra realizando la Licenciatura en Ciencias para la Familia (Universidad Austral, Buenos Aires). Integra equipos técnicos gubernamentales, interviniendo con familias en situación de riesgo y/o vulnerabilidad. [...]