Walt Whitman y su invitación para hacer de tu vida algo extraordinario

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Arte y Mente

“No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre”

El arte en general y la poesía, como una de las manifestaciones que mayor impacto tiene en la vida emocional de las personas, se nos revela en ocasiones como una de las más genuinas formas de orientar al ser humano por caminos seguros, de felicidad y sabiduría plenos. Como toda creación terrenal, surgida de los más puros y apasionados sentimientos de tristeza o felicidad, se posiciona como una manera auténtica, en toda la extensión del término, en la que un hombre puede guiar a otros sin los conocimientos que cualquier profesión o ciencia exigiría al respecto. Solo la intuición, las buenas intenciones, la creencia en la capacidad del hombre, el autoconocimiento propio, etc. lograrían dichos empeños. Ya lo expresó Aldous Huxley: “existe al menos un rincón del universo que con toda seguridad puedes mejorar, y eres tú mismo”.  Esto es, en pocas palabras, la invitación a la que nos convoca el inspirador poema No te detengas de Walt Whitman.

“No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,

sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.

No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,

    que es casi un deber”

Walter Whitman (Mayo 31, 1819 – Marzo 26, 1892), es considerado como el epicentro entre los escritores que mayor influencia y relevancia poseen dentro de la alta cultura occidental perteneciente a los Estados Unidos. La calidad y originalidad de su obra lo colocan como el padre del verso libre. Al igual que sus antecesores y contemporáneos, desarrolló múltiples tareas que pasaban de ser poeta a enfermero, periodista o ensayista, todas realizadas con el mayor esmero y pasión. Todas siguiendo una ética humanista, abogando siempre por el mejoramiento humano. No se debería reparar en cuestionamientos sobre preferencias de género cuando existe un ser que posee la habilidad de escribir versos tan estimulantes, vivificantes y emancipadores. Solo alguien que defiende el bienestar emocional y la calidad de vida de las personas, más allá del sistema económico social que impere en la época, es capaz de brindar tales palabras de aliento:

“No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.

No dejes de creer que las palabras y las poesías

sí pueden cambiar el mundo.

Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.

Somos seres llenos de pasión.

La vida es desierto y oasis.

Nos derriba, nos lastima,

nos enseña,

nos convierte en protagonistas

de nuestra propia historia”

Más que el poeta, es el hombre quien convida. Sus insinuaciones constituyen órdenes directas para replantearnos nuestro actual paso por la vida. Nos habla el hombre bajo el manto de poeta, propone a pesar de los mayores contratiempos, no bajar la guardia. La vida no espera por nosotros, bajo cualquier circunstancia su paso continúa y el nuestro no puede ceder a su andar. De una forma u otra remarca la importancia de dejar una impronta, marcar un destino, contribuir, participar y tributar por la oportunidad del corto plazo de expiración que solo se extenderá en la medida en que logremos vivir. Su ofrenda para los mismos mortales que él, se extiende con una premisa de suma importancia pero por desgracia invisible a los ojos insaciables de búsqueda del hombre. Sueña, es lo que nos grita desde sus versos, sueña como sinónimo de romper el silencio, de tomar riesgos, de liberarse. Maite Larrauri[1], expresa de manera notable lo que para ella significa el concepto de libertad, muy relacionado a lo que nos transmite el poeta de versos libres: “sólo pensar no nos hace libres, porque la libertad se muestra en la acción, en la intervención en el mundo para hacer aparecer algo que previamente no existía. Pensar es un ejercicio en soledad y, en cambio, ser libre es actuar, lo que requiere la participación de otros seres humanos”. Walt Whitman, no solo resulta un nombre paradigmático, su atributo de trascendencia y ejemplo lo demostró en la acción y fuerza de sus obras, al igual que el Martí cubano cuando expresara: “toda la Gloria del Mundo cabe en un grano de maíz…”. Whitman insiste en ir a la esencia de las cosas, no dejarse llevar por primeras impresiones, tan engañosas la mayoría de las veces, buscar y encontrar la belleza e intensidad que cada momento que la vida nos regala. Entre líneas y con la sutil intensidad del poeta se lee el interés por el crecimiento personal, por el desarrollo de habilidades y destrezas que ya desde su época pudo avizorar como deficientes en el hombre. De esta manera se lee:

“Aunque el viento sople en contra,

la poderosa obra continúa:

Tu puedes aportar una estrofa.

No dejes nunca de soñar,

porque en sueños es libre el hombre.

No caigas en el peor de los errores:

el silencio.

La mayoría vive en un silencio espantoso.

No te resignes.

Huye.

“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,

dice el poeta.

Valora la belleza de las cosas simples.

Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,

pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.

Eso transforma la vida en un infierno”

El final del poema nos brinda la parte más emotiva y aleccionadora. De la misma manera en que la mayoría de las mentes maravillosas coinciden que es el propio hombre el responsable de sus actos y su vida, Whitman lo reconoce, pero no le basta con eso, también propone y compromete con la sola lectura de sus palabras exactas. El tiempo pasa y resultan contadas las ocasiones en las que somos capaces de percibir de modo razonable el verdadero significado que tiene la vida, lo cual condiciona que el resto del tiempo en el que permanecemos ensimismados en la rutina diaria, seamos ineptos y no nos demos cuenta de lo que implica existir y el diamante en bruto que se nos es dado. El hecho de no reconocer a lo que nos enfrentamos, pues hallarse en este mundo nos pone en una situación de rivalidad con él, ya nos convierte en víctimas y nos hace débiles. La advertencia del poeta es concisa y directa, vivir es vencer la vida. Vivir es crecer, aprender, luchar, conquistar, amar, experimentar, llorar. El sujeto vida implica humanidad, no existe una sin la otra, por tanto cualquier intento de delimitar significados o similitudes resulta infructuoso. Como cantara Silvio Rodríguez[2] y en absoluta analogía con la personalidad de Whitman: “Menos mal que existen los que no tienen nada que perder, ni siquiera la muerte. Menos mal que existen los que no miden qué palabra echar, ni siquiera la última”. Testimonio de una vida alejada de lo que para el poeta no se consideraba buen vivir. Al igual que cuando se trabaja en orientación psicológica con el objetivo de convocar a las personas a asumir las responsabilidades de sus existencias, a tomar decisiones informadas y a comprometerse con sus consecuencias, Whitman lo traduce en poesía. Versos libres que muestran un camino, escritos en libertad y con ideas de liberar al hombre de sus propias ataduras:

“Disfruta del pánico que te provoca

tener la vida por delante.

Vívela intensamente,

sin mediocridad.

Piensa que en ti está el futuro

y encara la tarea con orgullo y sin miedo.

Aprende de quienes puedan enseñarte.

Las experiencias de quienes nos precedieron

de nuestros “poetas muertos”,

te ayudan a caminar por la vida

La sociedad de hoy somos nosotros:

Los “poetas vivos”.

No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas…”

 

[1]La Libertad, según Hannah Arendt. Filosofía para profanos nº3, Valencia, Tándem edicions, 2001, pg.24

[2] Canción Todo el mundo tiene su Moncada, perteneciente al CD: Érase que se era.

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