¿Cómo se manifiestan los estilos de vida en el paciente adicto?

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Adicciones

La adquisición por parte del individuo de la capacidad de autodeterminación actúa como el desencadenante perfecto para que el proceso de autorrealización personal comience a desarrollarse y expandirse. El mismo consiste en la construcción de la personalidad de acuerdo a una imagen o modelo conscientemente asumido. La autorrealización supone dos facetas indisolublemente unidas: la apropiación y la objetivación.

Al hablar de apropiación se señalan aquellas acciones que realiza el individuo con el objetivo de asimilar la experiencia social necesaria para su autoconstrucción personal. Por su parte la objetivación se concibe como el proceso en el cual se exteriorizan las cualidades y propiedades de la personalidad y se cristalizan en el comportamiento, además de reflejarse en los productos de la actividad vital del individuo.

Es necesario tener en cuenta que el estilo de vida se enmarca como un componente importante y en última instancia, hasta determinante de la personalidad. Constituye el reflejo del modo de vida de la sociedad y por ende del individuo. Por su constitución es considerado un concepto muy vasto que comprende, entre otros, el empleo del tiempo libre, el sistema de relaciones que establece un individuo con los otros, los modos de afrontamiento habitual a los conflictos y las creencias. En palabras de Gloria Fariñas[1]:

(….) Es la forma en que el sujeto acostumbra a estructurar y dinamizar su espacio y tiempo biográfico y el modo en que le estampa a estos su sello personal. Es decir, el estilo es manifestación de la subjetividad del espacio y el tiempo vivido y compartido por el sujeto con otros en su cultura. El estilo de vida es una situación psicológica creada por el sujeto. Lleva la impronta de la personalidad, a la vez que condiciona su desarrollo. Existe una relación intrínseca entre el concepto estilo de vida, el de personalidad y el de desarrollo humano. Se considera que el estilo de vida y el sentido de la vida, forman una unidad indisoluble. La construcción de un estilo de vida determinado está guiado por la concepción del mundo en que se condensan los valores y necesidades elaborados por las personas, siendo este tan único e irrepetible como la personalidad.

Nos expresa María del Carmen Zabala en su ejemplar libro: Familia y Pobreza en Cuba, que la vida humana, los valores, estilos de vida y cultura en general poseen implicaciones éticas que trascienden las insuficiencias de ingresos o consumo proyectándose en las subjetividades, culturas y otras dimensiones sociales. Estas a su vez se expresan en todos los procesos de reproducción social que transcurren en las familias de aquí la importancia en el modo de adquirir algunas adicciones a diferentes sustancias.

En el análisis de los factores condicionantes de los procesos de desintegración social como el consumo de alcohol y drogas, se deben de unir a los factores de orden económico, otros como los de escala de valores de la juventud y la influencia en ellos de la socialización familiar y del efecto de la demostración de otros estilos de vida a los que se accede por diversas vías. La posibilidad de adquirir honor social está determinada predominantemente por diferencias en los estilos de vida de estos grupos y por consiguiente por diferencias de educación, por lo que de algún modo se deposita parte de la responsabilidad en la familia para favorecer estilos de vida en los individuos y de cierta manera realizar un trabajo preventivo en el consumo de alcohol o drogas.

Un sujeto al emplear su tiempo, brinda muchos datos acerca de valores e intereses que gobiernan su vida, las preferencias y la forma singular o estilo de estructurarla. Adentrarse en el estudio de la personalidad de un individuo, brinda la oportunidad de comprender y quizás explicar su concepción del mundo, el modo en que organiza y realiza la vida a través de la actividad y la comunicación diaria, los cambios que ocurren en la organización y el ritmo de su vida, etc. Además permite esclarecer el momento en el que tienen lugar periodos críticos y quizás hasta avizorarlos. El estudio del estilo de vida permite conocer de manera más profunda a las personas en su individualidad, interviniendo de forma activa en su circunstancia de desarrollo total, con la cooperación de otros. También conocer en interior de su personalidad y así apreciar una visión integrada sobre la forma singular de condicionar su desarrollo, de obrar, su identidad. En el caso de la intervención psicoterapéutica en el ámbito de las adicciones, este particular posee un lugar privilegiado.

También el propósito de vivir más años y con mayor calidad de vida, es parte de las ideas y comportamientos que realizan las personas enfocadas en su desarrollo personal. Pero también puede hablarse de estilos de vida morbosos o de riesgo que pueden propiciar la aparición de enfermedades crónicas no transmisibles u otras con efectos verdaderamente nocivos como el caso de las adicciones.

En el caso concreto del alcoholismo y otras adicciones a sustancias tóxicas la degradación gradual de la personalidad que va sufriendo el sujeto, lo lleva a abandonar sus deberes con la familia, la sociedad y la pareja. Pierde intereses, motivaciones, reduce sus amistades al marco estrecho de los consumidores como él, puede delinquir, emplear su tiempo de forma autodestructiva y todo ello, contribuye a una complicación escalonada del cuadro clínico. Los adictos buscan la compañía de otros adictos y dedican gran parte de su tiempo a consumir el alcohol y/u otras drogas o a buscar las mismas o los recursos para obtenerlas. En ese sentido, el estilo de vida adquiere una configuración patológica, muy nociva para los adictos.

El alcoholismo suele iniciarse muchas veces favorecido por estilos de vida no saludables, de modo que para una rehabilitación integral, los afectados requieran modificar los mismos en todas las maneras de manifestarse. Se sabe que analizar el estilo de vida de un sujeto aporta información muy valiosa para determinar en qué medida este avanza o no hacia su desarrollo personal. Es necesario tener en cuenta que puede hablarse, cuanto menos, de estilos de vida sanos y los no sanos o patológicos. Una manera de promocionar estilos de vida saludables para quien padece una adicción del tipo que sea, pudiera ser ejemplificándolo con la manera en que las personas sanas emplean su tiempo libre en actividades que los edifican. También sería beneficioso demostrarles como estas personas establecen relaciones armónicas y de enriquecimiento personal con los demás. Que pueden realizar deportes, ejercicios físicos, emplear una dieta saludable que mejora la salud y la calidad de vida. Para el paciente adicto es imperativo modificar su estilo de vida y mostrándole desde la experiencia de otros el cómo hacerlo puede resultar en una adecuada terapéutica.

 

[1]Fariñas, G. (2005). Psicología, Educación y Sociedad. Un estudio sobre el desarrollo humano. La Habana: Ed. Félix Varela

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